sábado, 3 de abril de 2010

EL BRILLO DE LA CARACOLA

Supongo que todos habréis visto caracolas de nácar. Caracolas, almejas, orejas de mar…hay innumerables moluscos que tienen una concha expectacular, de vivos y brillantes colores, sobre todo cuando una fuerte luz impacta sobre su superficie. A mí personalmente me encanta. Me puedo tirar horas girando y girando uno de ellos y contemplando como cada vez los colores y los reflejos son diferentes. Definitívamente el brillo y el color intenso son de gran atractivo. Sin embargo hay que decir que estas características tal cual no se aprecian en estos animales, o bien porque su propio cuerpo las oculta o bien porque realmente la naturaleza no las muestra voluntáriamente. De hecho, estas caracolas brillantes en origen son oscuras y opacas superficies rugosas sin más atractivo. Hace falta pulirlas y eliminar esa capa para que aparezca la capa de nácar que es la que realmente maravilla. Curiósamente con las personas ocurre un tanto. Muchas no se muestran tal cual son realmente hasta que no somos capaces de ver tras la capa oscura que las cubre, ver el nácar. Cierto es que hay moluscos que no contienen nácar, por mucho que pulamos sólo hay “negro” y al final terminamos por agujerear la concha y no encontrar brillo alguno. De nuevo igual ocurre con las personas, curioso. Por eso, contemplar “nacar” personal es tan fascinante como contemplar nacar de molusco…cada vez que miras ves brillos nuevos, nueva luz, nuevo color y, como ocurre en los moluscos, es algo intrínseco, está ahí sin más. De todas formas el “nacar personal” es una sustancia viva, que cambia y evoluciona. Siempre es un poco igual y un poco diferente. Definir este nácar a “efectos reales” y no metafóricos es bastante complicado ya que queda a la apreciación del que observa, llegar a él, descubrirlo, verlo en toda su intensidad y hasta vivirlo. De hecho unos verán un intenso nácar y otros sólo negra corteza. Ya sabéis que, como dijo Einsteins, todo es relativo en esta vida, pero está claro que irá en relación a nuestros gustos personales, a nuestro nivel de empatía, de admiración, de capacidad humana y, porqué no, de algún factor imposible de describir, algo más allá de nuestra comprensión y que nos hace inclinarnos más por unas personas que por otras sin motivo aparente. En resumidas cuentas, todos tenemos capacidad de producir nácar pero serán los demás los que nos verán oscuros como conchas apagadas o brillantes y dignos de ser observados a la menor oportunidad. De todas formas la posibilidad de no brillar a los ojos de los demás no nos debería amilanar porque el nacar auténtico nace de la persona auténtica, de la que es como es y eso intenta reflejar si esconder nada. Símplemente hay que ser uno mismo en la mejor de sus versiones y punto. Pero ojo, también existe el falso nácar “pintado”, aquel que sólo se utiliza para engañar. Descubrir y guardaos de este nacar que sólo nos puede cegar. Y no olvidéis, TODOS tenemos capacidad de producir nácar. Dedicado a las personas que conozco de deslumbrante, colorístico y auténtico nácar.
Foto: Mascayemas.

2 comentarios:

Tanit dijo...

Pues yo te la dedico a ti. Tú eres puro nácar por fuera y por dentro. No hace falta rascar nada para percibir tu brillo pero si vas rascando un poquito, descubres que cada una de las capas es igual de brillante que la primera. También es curioso que tu brillo tiene infinitas tonalidades, que son cada una de tus virtudes. Y es que por más tiempo que pasa y te mire de la forma que te mire, me sigues deslumbrando tanto como el primer día.

Mascayemas dijo...

nininini, solo soy uno mas en este universo desbordado. Gracias por tus generosos comentarios.