lunes, 4 de agosto de 2008

¿De qué hablamos? ( Escritos a volapluma sin pensar mucho –así salen-).

Luchar con coraza ligera. Para mí luchar no tiene nada de belicosidad, al contrario de lo que se pudiese entender. Luchar es resistir a los embates, las circunstancias, los hechos, las personas. La lucha diaria, la lucha por sobrevivir, la lucha interior, la lucha en defensa de los ideales, lucha en defensa de sentimientos –nuestros sentimientos-, la lucha por vivir y todo lo que conlleva, al fin. A menudo luchar no apetece, ese es el gran problema. La lucha necesita de motivación, un motivo que defender, un motivo por el que luchar. El motivo puede ser muy amplio, o muy conciso, pero debe existir. Parece fácil encontrar un motivo, lo sé, hay tantas cosas a nuestro alrededor que podrían motivarnos positívamente pero…dejamos de luchar. ¿Qué ocurre entonces?. Se decía que en las guerras lo importante no son los combates sino la guerra (Se perdió la batalla pero no la guerra). Parece como si la vida fuese una guerra, llena de batallas, una cada día. Ganamos una batalla y parece que hemos ganado la guerra, pero perdemos otra y parece que se ha hundido el mundo…o no. Esa es la cuestión, motivación, lucha, ganas, batallas por ganar. Esto es así y lo será para todos y cada uno de nosotros, imposible impedirlo, las cosas son como son. Tal vez en miles de años hablemos de otra cosa (¿hablemos?. Je, je). Amanece el día, despertamos y durante unos segundos ni recordamos quienes somos pero poco a poco nuestra memoria (que jodía) nos va mostrando los asuntos pendientes del día anterior, del mes anterior, del año anterior…Y para terminar de fastidiar, nos espabilamos con un cafelito bien caliente (o con hielo en verano). ¿Y entonces que ocurre?. La motivación entra en juego, el nuevo combate empieza. Es muy poderosa la motivación, sí. Sin ella estamos perdidos, la fuerza se nos evapora y sin ella estamos abocados a perder la batalla de ese día. La fortaleza de una persona a menudo depende de la capacidad de motivación. Gente con facilidad de motivación batallarán de forma enérgica, al contrario, en personas con difícil motivación las batallas serán “de guerrillas”, a trompicones, de forma poco eficiente. ¿Pero de donde sale esa motivación, esa fortaleza para la lucha?. Está claro como ya dije, de lo que tenemos en las manos, pero también de la ILUSIÓN (tema para otro día) por tener otras cosas también, las ganas de obtener lo que no se tiene y se desea. Luego hay dos factores, defender lo que se tiene y deseo de obtener lo que no te tiene y se desea. Parece fácil, todos tenemos algo y deseamos algo, podríamos luchar bien…pero unos lo hacen y otros no. Y así aparece la palabra que todos odiamos, la debilidad. La debilidad, desde mi punto de vista, no existe, NADIE es débil, sólo padece de falta de motivación para la lucha. La vida no le ofrece la suficiente motivación. Supongamos, por ejemplo, a una persona con una casa, un trabajo, unos hijos maravillosos, una compañera extraordinaria. Se levantará por las mañanas con muchos motivos para luchar…muchos o tal vez ¿demasiados?. La motivación en exceso puede caer en la sensación de no poder abarcar, de incapacidad para defenderlo todo. De nuevo la debilidad -desmotivación- cuando tendría que ser motivación. Así las cosas, la solución para una buena lucha pasan por encontrar la motivación justa y positiva, abarcable en cada momento. No perdamos de vista que no se puede hacer todo a la vez, por lo que los factores motivables tal vez se tengan que dividir, fragmentar e ir abarcándolos poco a poco, de forma controlable, de forma que se pueda luchar bien, con tranquilidad y control de la situación. Por otro lado hay otro elemento fundamental. Hay que ser consciente que lo que interesa es ganar la guerra, no las batallas. A menudo es complicado ganar batallas, el “enemigo” diario se defiende con uñas y dientes. No pasa nada, tras una batalla habrá otra, y otra y otra. El éxito está en recuperar las fuerzas de una a otra, en no desfallecer y tirar la toalla boxeística. Tenemos que ser conscientes que muchas guerras se pueden ganar y se ganan seguro, si consentimos en batallar, si nos impulsa el motor de la motivación, poco a poco, con constancia, con imaginación, con mente abierta, con opciones de adaptación a los resultados –a veces las batallas se ganan “con condiciones” implícitas o explícitas que hay que aceptar-, con un plan, con ayuda si fuese necesario –no hay porqué batallar sólos-. El universo es imperfecto, hay que ser consecuentes con ello y saber adaptarse a los resultados. Tal vez la “victoria perfecta” no existe pero sí una victoria satisfactoria, razonable, aceptable. Si sólo buscamos victorias “perfectas” tal vez nunca ganemos ninguna. Se perderán batallas, se perderán guerras. Vale, pero somos soldados de la vida y buscamos ocupar posiciones, conseguir objetivos. Hay muchas posiciones, muchos objetivos que alcanzar. Pero sobre todo recordar que hay batallas que se pueden repetir una y otra vez hasta que las ganemos. Todo pasa por ser activo, por querer batallar. Siempre podremos quedarnos en retaguardia con nuestras tropas a cobijo de las tiendas, sin pasar por el dolor y el esfuerzo de la batalla pero está claro, no perderemos ni ganaremos nada, no alcanzaremos meta alguna, no habrá guerras ganadas…y tarde o temprano nuestro campamento desaparecerá roído por el paso del tiempo, la tristeza, la apatía, la desgana y el no entender como hay que hacer las cosas aquí, en esta vida que nos tocó vivir. ¿Quieres vivir, quieres resolver tus problemas –tus batallas-?. Pues ponte coraza ligera, cárgate de motivación (búscala) y lánzate a la batalla. Y vuélvete a lanzar, al final ganarás algunas, varias o todas las guerras en las que te involucres, y eso ya es mucho. Ahí está la felicidad, escondida en los logros. Y que no quepa duda, la lucha debe ser vista como algo positivo no como el infierno en la tierra. Pero existen enemigos al acecho del guerrero, enemigos que pueden “atacar” en cualquier momento, enemigos que pueden impedir que la motivación actúe: EL MIEDO Y LA INCERTIDUMBRE (para hablar otro día). Yo por mi parte, por decir algo, espero ser motivación para las batallas de alguien, alguna vez. y de una vez por todas.. Mascayemas.

3 comentarios:

La Cibeles dijo...

Esto es como la resistencia pasiva pero pelea que pelea...que cansao...¿y si pruebas a despertarte y dejarte ser? La felicidad no está escondida en ninguna parte, fluye o no fluye, y ya.

Míralo de este modo: se cruza en tu camino todo lo que debas encontrar. Y cuándo Dios le quiere dar a un@, se lo viene a traer a la puerta.

Anónimo dijo...

Interesa ganar la guerra ?.No las batallas?.No estoy de acuerdo en eso.Como todo en esta vida,algo grande , es un conjunto de cosas minimas ,podriamos decir que minúsculas,un ejplo:el mar.No creo la guerrra se gane directamente sin haber luchado alguna batalla.Tela el temita, para rato.M e agota solo de leer e imaginarme día sí, día también, ufhh...
Muackiss.
Brezal.

Mascayemas dijo...

Pues es lo que hay Sñr. Brezal. Una batalla por dia. Y muchas guerras que ganar o al menos, pactar con el "enemigo" una paz honrosa.